Las comparecencias ante el Congreso de Diputados de los principales responsables del desastre financiero sufrido por España revelan las carencias del sistema político español, diseñado para que los poderosos sean impunes y nunca paguen por sus crímenes. En lugar de descubrir la verdad y desvelar ante la sociedad española los errores y fracasos de aquellos que han arruinado el país y el antes próspero sistema de cajas de ahorro, el Congreso ha prestado una tribuna de prestigio a los sospechosos para que personajes como Miguel Ángel Fernández Ordoñez, Elena Salgado, Narcis Serra, Rodrigo Rato y otros se liberen de toda culpa ante un pueblo español cada vez mas sorprendido e indignado ante la impunidad del poder político, el imperio de la mentira, la inutilidad de las instituciones y la inmoralidad de la casta dirigente.
Aunque se autoexculpen y señalen a otros como culpables, estos cuatro personajes han sido protagonistas, junto con los grandes partidos políticos y los últimos gobiernos, del sonoro y estrepitoso fracaso mundial de España y de la ruina de un país próspero y respetado. Pero el Congreso de los Diputados, un órgano maniatado por los intereses de los grandes partidos políticos, en lugar de aportar luz está sirviendo, de manera miserable y decepcionante, para difundir la mentira y exonerar ante la opinión pública a los que nos han llevado hasta el desastre, reflejando así las carencias y miserias de una "democracia" española que no es otra cosa que una orgía dictatorial de políticos fracasados, dañinos para su patria, sin control, arrogantes, mentirosos e incapaces.
La regeneración de España exige el funcionamiento de Comisiones de Investigación serias y decentes, capaces de descubrir la verdad, integrada por personas independientes y honradas, que no sean piezas de partido político alguno y que no estén contaminadas por la envilecida política de partidos, experta en oscuridad, opacidad y ocultamiento de la verdad. En esas comisiones, los convocados que mientan u oculten la verdad deberían ser castigados en nombre de un pueblo soberano que, para discernir y controlar, como establece la democracia, necesita tener acceso libre a la verdad.
Eso es la democracia verdadera. La falsa y degradada, vigente en España, solo es capaz de escenificar esperpentos como la actual comisión en marcha, en la que un canalla esconde los crímenes de un sinvergüenza, mientras que un corrupto lava su imagen, un cómplice finge ser un héroe y todos sonríen como si no hubieran participado en el terrible saqueo de la nación.
Aunque se autoexculpen y señalen a otros como culpables, estos cuatro personajes han sido protagonistas, junto con los grandes partidos políticos y los últimos gobiernos, del sonoro y estrepitoso fracaso mundial de España y de la ruina de un país próspero y respetado. Pero el Congreso de los Diputados, un órgano maniatado por los intereses de los grandes partidos políticos, en lugar de aportar luz está sirviendo, de manera miserable y decepcionante, para difundir la mentira y exonerar ante la opinión pública a los que nos han llevado hasta el desastre, reflejando así las carencias y miserias de una "democracia" española que no es otra cosa que una orgía dictatorial de políticos fracasados, dañinos para su patria, sin control, arrogantes, mentirosos e incapaces.
La regeneración de España exige el funcionamiento de Comisiones de Investigación serias y decentes, capaces de descubrir la verdad, integrada por personas independientes y honradas, que no sean piezas de partido político alguno y que no estén contaminadas por la envilecida política de partidos, experta en oscuridad, opacidad y ocultamiento de la verdad. En esas comisiones, los convocados que mientan u oculten la verdad deberían ser castigados en nombre de un pueblo soberano que, para discernir y controlar, como establece la democracia, necesita tener acceso libre a la verdad.
Eso es la democracia verdadera. La falsa y degradada, vigente en España, solo es capaz de escenificar esperpentos como la actual comisión en marcha, en la que un canalla esconde los crímenes de un sinvergüenza, mientras que un corrupto lava su imagen, un cómplice finge ser un héroe y todos sonríen como si no hubieran participado en el terrible saqueo de la nación.
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