Desde Berenguer Ramón I, que fue conde de Barcelona hace mil años, nadie ha causado tanto daño a la economía catalana como Oriol Junqueras. Se van los capitales, las empresas, los turistas, los profesionales, los fletes, el dinero ahorrado y se le hunde el PIB. Ha escapado hasta la mujer de Puigdemont. Si la locura persiste, aquello pronto será un país bucólico de prados, vacas, ovejas, coliflores, berenjenas y payeses. El independentismo, gestionado a martillazos, está siendo para Cataluña un virus peor que el SIDA. Por mucho odio que hayan acumulado y por muchas consignas antiespañolas (España nos roba) digeridas, pronto serán los mismos catalanes, asustados ante el fantasma de la pobreza, los que expulsen a los mentecatos que les gobiernan. Son tan torpes que ni siquiera habían pensado que un país que vive de la industria y del comercio no puede independizarse de sus clientes. Eso jamás ha ocurrido en la historia del mundo.
Esa catástrofe económica es la gran verdad del proceso, la que los independentistas ocultan. Al ritmo actual, la mitad del PIB catalán se esfumará en seis meses y el desastre será tan grande que se necesitarán diez años para una recuperación hipotética y en condiciones muy favorables.
He hablado con un alto directivo catalán, de los que han escapado con su empresa, y me ha dicho que el odio es tan intenso que no puede creer en un proceso en paz. "Por eso nos hemos marchado, porque el enfrentamiento se respira y el problema no ha hecho mas que empezar".
Su tesis es que la aplicación de las leyes vigentes contra los que las han violado, plasmado quizás en el artículo 155 de la Constitución, incrementará el odio y la rabia entre los radicales, cuya respuesta es incierta y hasta podría ser violenta. Dice que "hay un cinco por ciento de la población que está dispuesta a todo".
Y concluye: "Todos hablan de las empresas que se están marchando de Cataluña, pero nadie habla de lo peor, que consiste en que la concordia, el viejo "seny" y probablemente la paz también se han marchado".
Francisco Rubiales
Esa catástrofe económica es la gran verdad del proceso, la que los independentistas ocultan. Al ritmo actual, la mitad del PIB catalán se esfumará en seis meses y el desastre será tan grande que se necesitarán diez años para una recuperación hipotética y en condiciones muy favorables.
He hablado con un alto directivo catalán, de los que han escapado con su empresa, y me ha dicho que el odio es tan intenso que no puede creer en un proceso en paz. "Por eso nos hemos marchado, porque el enfrentamiento se respira y el problema no ha hecho mas que empezar".
Su tesis es que la aplicación de las leyes vigentes contra los que las han violado, plasmado quizás en el artículo 155 de la Constitución, incrementará el odio y la rabia entre los radicales, cuya respuesta es incierta y hasta podría ser violenta. Dice que "hay un cinco por ciento de la población que está dispuesta a todo".
Y concluye: "Todos hablan de las empresas que se están marchando de Cataluña, pero nadie habla de lo peor, que consiste en que la concordia, el viejo "seny" y probablemente la paz también se han marchado".
Francisco Rubiales
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