Aunque ahora lo niegue, es cierto que el ministro de Cultura marroquí, Bensalem Himmich, ha exigido tanto al Gobierno español como a la Junta de Andalucía la mitad de los beneficios económicos que se obtienen cada año por las visitas turísticas a la Alhambra de Granada, según revela el portal informativo Nador City en su edición del viernes último.
El pasado año, las visitas al edificio y los jardines nazaríes superaron los tres millones, lo que convirtió a la Alhambra en el rincón más visitado de Andalucía.
Himmich defiende el establecimiento de una sociedad mixta hispano-marroquí que gestione tanto las visitas como la conservación de la ciudad palatina, para lo que puso a disposición de las autoridades españolas a un grupo de expertos de su país en “arquitectura andalusí”.
Asimismo, el ministro del vecino Reino opina que la participación de su país en la explotación de la Alhambra haría justicia a los promotores de esta gran obra de la arquitectura islámica y serviría asimismo para “abrir puentes de cooperación y amistad entre nuestros dos países”.
Sostiene incluso que el propio Boabdil (último rey moro de Granada, expulsado por los Reyes Católicos y que pasó sus últimos años de vida en el norte de África) se mostraría de acuerdo con su propuesta para compartir el complejo palaciego granadino. “Los descendientes de Boabdil fueron marroquíes”, sentenció Bensalem Himmich sin demasiado rigor histórico, a decir de algunos historiadores que no han podido certificar la existencia de uno sólo de esos supuestos descendientes del rey llorón.
Para Himmich, la Alhambra es “un símbolo de la unión entre dos países hermanados por la historia”. No sólo el ministro sino muchos marroquíes creen que parte del vasto patrimonio cultural de la antigua Al Andalus debería revertir a Marruecos en forma de compensaciones económicas o de otro tipo. Muchos incluso creen que literalmente les pertenece, como es el caso de Nadia Yassín, líder del partido islamista Justicia y Espiritualidad.
La exministra y exconsejera andaluza de Cultura, Carmen Calvo, aquella que afirmó que el dinero público no es de nadie, ya defendió en 2003 la presencia de un representante del Gobierno marroquí en el Patronato de la Alhambra.
Muchos expertos españoles en asuntos marroquies evn en esa reivindicación un paso más en la política de acoso y penetración, al que podrían seguir reivindicaciones similares que afecten a la Giralda de Sevilla, a la Mezquita de Córdoba y a otros monumentos de la España que fue ocupada por los invasores musulmanes.
(Tomado de l redacción de AD)
El pasado año, las visitas al edificio y los jardines nazaríes superaron los tres millones, lo que convirtió a la Alhambra en el rincón más visitado de Andalucía.
Himmich defiende el establecimiento de una sociedad mixta hispano-marroquí que gestione tanto las visitas como la conservación de la ciudad palatina, para lo que puso a disposición de las autoridades españolas a un grupo de expertos de su país en “arquitectura andalusí”.
Asimismo, el ministro del vecino Reino opina que la participación de su país en la explotación de la Alhambra haría justicia a los promotores de esta gran obra de la arquitectura islámica y serviría asimismo para “abrir puentes de cooperación y amistad entre nuestros dos países”.
Sostiene incluso que el propio Boabdil (último rey moro de Granada, expulsado por los Reyes Católicos y que pasó sus últimos años de vida en el norte de África) se mostraría de acuerdo con su propuesta para compartir el complejo palaciego granadino. “Los descendientes de Boabdil fueron marroquíes”, sentenció Bensalem Himmich sin demasiado rigor histórico, a decir de algunos historiadores que no han podido certificar la existencia de uno sólo de esos supuestos descendientes del rey llorón.
Para Himmich, la Alhambra es “un símbolo de la unión entre dos países hermanados por la historia”. No sólo el ministro sino muchos marroquíes creen que parte del vasto patrimonio cultural de la antigua Al Andalus debería revertir a Marruecos en forma de compensaciones económicas o de otro tipo. Muchos incluso creen que literalmente les pertenece, como es el caso de Nadia Yassín, líder del partido islamista Justicia y Espiritualidad.
La exministra y exconsejera andaluza de Cultura, Carmen Calvo, aquella que afirmó que el dinero público no es de nadie, ya defendió en 2003 la presencia de un representante del Gobierno marroquí en el Patronato de la Alhambra.
Muchos expertos españoles en asuntos marroquies evn en esa reivindicación un paso más en la política de acoso y penetración, al que podrían seguir reivindicaciones similares que afecten a la Giralda de Sevilla, a la Mezquita de Córdoba y a otros monumentos de la España que fue ocupada por los invasores musulmanes.
(Tomado de l redacción de AD)
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