La prensa progubernamental se ha divertido enormemente en las últimas horas con lo que José María Izquierdo ha llamado en El País «El pánico a Rubalcaba». O Javier Vizcaíno en Público «Tembleque de piernas y castañeteo de dientes en Carpetovetonia».
Entusiasmados los columnistas de la izquierda con el profundo rechazo e inquietud que la concentración de tanto poder en Rubalcaba ha suscitado en toda la derecha política y mediática, se alegran del "miedo" que el nuevo vicepresidente primero provoca en la oposición y en los periodistas críticos.
Esa alegría demuestra, casi de manera científica, que la actual izquierda española afincada en el PSOE desconoce la democracia y que, en la menor oportunidad, exterioriza sus raíces totalitarias. No son conscientes, al parecer, de lo inquietante que es, en una democracia, que un cargo político produzca miedo a la oposición, tanto a los periodistas como a los políticos, incluso a los políticos de su propio partido. Que se lo pregunten si no a Tomás Gómez.
Afirma Edurne Uriarte en ABC que lo cierto es que estos admiradores de Rubalcaba tienen toda la razón. Este político produce un acusado temor entre los políticos y periodistas de la oposición.
Y no precisamente por su inteligencia y sus dotes comunicativas. Eso causa respeto, que es otra cosa. El miedo a Rubalcaba tiene que ver con su gestión en las sombras del poder.
No se han percatado los fans de Rubalcaba y de su amigo Zapatero de que el pánico al poderoso es propio de las dictaduras y que la oposición le tuvo miedo en el pasado a Hitler, a Stalin, a Mao y a Pol Pot, al igual que hoy temen también a Fidel, a Raúl Castro, a Hugo Chávez y a otros tiranos.
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Entusiasmados los columnistas de la izquierda con el profundo rechazo e inquietud que la concentración de tanto poder en Rubalcaba ha suscitado en toda la derecha política y mediática, se alegran del "miedo" que el nuevo vicepresidente primero provoca en la oposición y en los periodistas críticos.
Esa alegría demuestra, casi de manera científica, que la actual izquierda española afincada en el PSOE desconoce la democracia y que, en la menor oportunidad, exterioriza sus raíces totalitarias. No son conscientes, al parecer, de lo inquietante que es, en una democracia, que un cargo político produzca miedo a la oposición, tanto a los periodistas como a los políticos, incluso a los políticos de su propio partido. Que se lo pregunten si no a Tomás Gómez.
Afirma Edurne Uriarte en ABC que lo cierto es que estos admiradores de Rubalcaba tienen toda la razón. Este político produce un acusado temor entre los políticos y periodistas de la oposición.
Y no precisamente por su inteligencia y sus dotes comunicativas. Eso causa respeto, que es otra cosa. El miedo a Rubalcaba tiene que ver con su gestión en las sombras del poder.
No se han percatado los fans de Rubalcaba y de su amigo Zapatero de que el pánico al poderoso es propio de las dictaduras y que la oposición le tuvo miedo en el pasado a Hitler, a Stalin, a Mao y a Pol Pot, al igual que hoy temen también a Fidel, a Raúl Castro, a Hugo Chávez y a otros tiranos.
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