Corría el año 1977 cuando el dicente (20 años de edad y estudiante de tercero de Derecho) se encontraba charlando con un conocido suyo apodado Papes, estudiante de primero de Derecho, en una cafetería leonesa. En un momento dado él comenzó a desgranar sus ideas políticas. Yo guardaba un silencio respetuoso. Cuando terminó de hablar yo me dispuse a exponerle las mías. Apenas había comenzado cuando me cortó en seco: «Tú lo que eres es un gilip*». Ahí terminó la conversación. Una persona, como puede deducirse, el tal Papes, intolerante, que no admite opiniones ajenas, ni que le lleven la contraria.
La vida nos separó. Terminada la carrera, en 1985 aprobé las oposiciones a judicatura. En este momento soy magistrado de familia. Por poco tiempo, ya que he sido condenado por la Sala Penal del Tribunal Supremo, como autor de un delito de prevaricación, a la pena de 10 años de inhabilitación especial. Ello en relación con una solicitud de adopción planteada por una mujer que quería adoptar a la hija de su pareja, también del mismo sexo. Me limité a recabar el dictamen de especialistas sobre las repercusiones que en la menor de un año de edad podía tener el hecho de carecer de figura paterna, cuando siempre me habían dicho los mismos peritos que «es esencial para el crecimiento armónico de un menor tanto la figura paterna como materna» (sic). Pero está visto que entré en territorio vedado, ingenuo de mí.
Volviendo a Papes. Su vida discurrió por caminos distintos. Coincidimos en la boda de mi hermana. Ya no nos hemos vuelto a ver. Paradojas de la vida. Papes es la persona que en última instancia ha dado lugar a mi condena. Se preguntarán quien es el tal Papes y qué relación tiene con mi condena.
Comenzando por lo último, mi condena se debe en última instancia a la llamada ideología de género, implantada en España desde 2005 por sucesivas leyes que atacan al matrimonio, la familia y la iglesia, persiguiendo adoctrinar a todos en una serie de ideas neomarxistas y persiguiendo a todo aquel que discrepe de lo que se ha venido en llamar «lo políticamente correcto». Un caso de «cristianofobia», un término acuñado en 2004 y utilizado por primera vez por el jurista Joseph Weiler, quien lo introdujo en instituciones internacionales en 2004, como consecuencia del rechazo de Rocco Buttiglione como comisario de la UE por ser católico practicante.
La Sala me dice que yo soy el que ha partido de un prejuicio ideológico, anteponiendo mis creencias a la ley positiva. Tal prejuicio me inhabilitaría para ejercer mis funciones en este sector del derecho de familia. Un católico no puede estar en un juzgado de esta clase, tan «sensible», se me ha dicho. Se ha tratado de incapacitarme por razones de trastorno psíquico. Se me ha exigido dinero... Como puede apreciarse, el talante de tales personas deja bastante que desear.
¡Ah! Habrán adivinado la identidad de Papes. En efecto, el Papes de 1977 ahora se hace llamar ZP. Su nombre es José Luis Rodríguez Zapatero. De talante democrático nada de nada. Si no se le desaloja del poder en breve, nos espera el abismo. Es un lobo vestido de cordero. Tiene una hoja de ruta que son el matrimonio, la familia y la iglesia, pilares de la casa común. Y él no actúa motu propio, sino que sigue consignas de grupos e instituciones internacionales. Vamos, que no es original.
Aunque quiera pasar a la historia por ello, como el «pacificador» (por haber acabado con ETA) y el «liberador» por emanciparnos de «ataduras» ancestrales.
Leyes como la de 1 de julio de 2005, de reforma del Código Civil en materia de matrimonio, que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo; la Ley 14/2006, de 26 de mayo, sobre técnicas de reproducción asistida; la Ley 3/2007, de 15 de marzo, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas; la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de hombres y mujeres; y la reciente Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, forman parte de esa hoja de ruta. El siguiente paso será la ley de Libertad Religiosa y la eutanasia.
La crisis económica y social no es ajena a esa misma ideología relativista y de género, para la que todo vale, en la que lo que subyace es una profunda degradación y pérdida de valores, pese a los códigos éticos o de «buen gobierno». Los derechos humanos que se han venido declarando por los organismos internacionales desde 1949 son objeto de revisión y se crean nuevos derechos, como el derecho al divorcio, al aborto o el derecho a una muerte digna. Nada de deberes, por supuesto. Siempre derechos. Y los derechos de los débiles (no nacidos) decaen.
Mientras el veneno es inoculado en la sociedad, «pan y circo»: fútbol, telenovelas... Pobre Papes, ZP o como te quieras apodar en al futuro. En tus manos concentras los tres poderes. Te crees omnipotente y no eres más que un muñeco que otros manejan. Esperemos que más pronto que tarde se cansen de ti. Por el bien de España. En cuanto a mí, ¡quién me iba a decir que aquella persona, 33 años después, me iba a expulsar de la carrera judicial por medio de sus acólitos! Pero todo es para bien. Lo principal es que tu proyecto liberticida no triunfará.
La vida nos separó. Terminada la carrera, en 1985 aprobé las oposiciones a judicatura. En este momento soy magistrado de familia. Por poco tiempo, ya que he sido condenado por la Sala Penal del Tribunal Supremo, como autor de un delito de prevaricación, a la pena de 10 años de inhabilitación especial. Ello en relación con una solicitud de adopción planteada por una mujer que quería adoptar a la hija de su pareja, también del mismo sexo. Me limité a recabar el dictamen de especialistas sobre las repercusiones que en la menor de un año de edad podía tener el hecho de carecer de figura paterna, cuando siempre me habían dicho los mismos peritos que «es esencial para el crecimiento armónico de un menor tanto la figura paterna como materna» (sic). Pero está visto que entré en territorio vedado, ingenuo de mí.
Volviendo a Papes. Su vida discurrió por caminos distintos. Coincidimos en la boda de mi hermana. Ya no nos hemos vuelto a ver. Paradojas de la vida. Papes es la persona que en última instancia ha dado lugar a mi condena. Se preguntarán quien es el tal Papes y qué relación tiene con mi condena.
Comenzando por lo último, mi condena se debe en última instancia a la llamada ideología de género, implantada en España desde 2005 por sucesivas leyes que atacan al matrimonio, la familia y la iglesia, persiguiendo adoctrinar a todos en una serie de ideas neomarxistas y persiguiendo a todo aquel que discrepe de lo que se ha venido en llamar «lo políticamente correcto». Un caso de «cristianofobia», un término acuñado en 2004 y utilizado por primera vez por el jurista Joseph Weiler, quien lo introdujo en instituciones internacionales en 2004, como consecuencia del rechazo de Rocco Buttiglione como comisario de la UE por ser católico practicante.
La Sala me dice que yo soy el que ha partido de un prejuicio ideológico, anteponiendo mis creencias a la ley positiva. Tal prejuicio me inhabilitaría para ejercer mis funciones en este sector del derecho de familia. Un católico no puede estar en un juzgado de esta clase, tan «sensible», se me ha dicho. Se ha tratado de incapacitarme por razones de trastorno psíquico. Se me ha exigido dinero... Como puede apreciarse, el talante de tales personas deja bastante que desear.
¡Ah! Habrán adivinado la identidad de Papes. En efecto, el Papes de 1977 ahora se hace llamar ZP. Su nombre es José Luis Rodríguez Zapatero. De talante democrático nada de nada. Si no se le desaloja del poder en breve, nos espera el abismo. Es un lobo vestido de cordero. Tiene una hoja de ruta que son el matrimonio, la familia y la iglesia, pilares de la casa común. Y él no actúa motu propio, sino que sigue consignas de grupos e instituciones internacionales. Vamos, que no es original.
Aunque quiera pasar a la historia por ello, como el «pacificador» (por haber acabado con ETA) y el «liberador» por emanciparnos de «ataduras» ancestrales.
Leyes como la de 1 de julio de 2005, de reforma del Código Civil en materia de matrimonio, que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo; la Ley 14/2006, de 26 de mayo, sobre técnicas de reproducción asistida; la Ley 3/2007, de 15 de marzo, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas; la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de hombres y mujeres; y la reciente Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, forman parte de esa hoja de ruta. El siguiente paso será la ley de Libertad Religiosa y la eutanasia.
La crisis económica y social no es ajena a esa misma ideología relativista y de género, para la que todo vale, en la que lo que subyace es una profunda degradación y pérdida de valores, pese a los códigos éticos o de «buen gobierno». Los derechos humanos que se han venido declarando por los organismos internacionales desde 1949 son objeto de revisión y se crean nuevos derechos, como el derecho al divorcio, al aborto o el derecho a una muerte digna. Nada de deberes, por supuesto. Siempre derechos. Y los derechos de los débiles (no nacidos) decaen.
Mientras el veneno es inoculado en la sociedad, «pan y circo»: fútbol, telenovelas... Pobre Papes, ZP o como te quieras apodar en al futuro. En tus manos concentras los tres poderes. Te crees omnipotente y no eres más que un muñeco que otros manejan. Esperemos que más pronto que tarde se cansen de ti. Por el bien de España. En cuanto a mí, ¡quién me iba a decir que aquella persona, 33 años después, me iba a expulsar de la carrera judicial por medio de sus acólitos! Pero todo es para bien. Lo principal es que tu proyecto liberticida no triunfará.
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