Acaba de afirmar Rajoy, con toda razón, que el PP le da igual quien sea el candidato socialista en las próximas elecciones sea Zapatero, Rubalcaba, Pepiño o la Chacón porque lo que España quiere es un cambio político.
La necesidad de cambiar de gobierno es evidente, una vez comprobadas la torpeza, la incapacidad, la corrupción y el insoportable cúmulo de errores del socialismo, bajo el mandato de Zapatero. Pocos dudan que la derecha en el poder lo hará mejor y que, incluso, será más justa y decente.
Sin embargo, lo que ha ocultado cuidadosamente Rajoy es que España, más que un cambio de gobierno, lo que necesita es un cambio de sistema, instaurar una verdadera democracia que sustituya la sucia, ineficaz y corrupta partitocracia actual.
La mayor carencia del PP como partido alternativo al PSOE es que tiene pánico a plantearse seriamente la regeneración, a pesar de que es consciente de que España la necesita. El PP, por desgracia, es tan adicto a la partitocracia como el PSOE y se siente tan a guste en este sistema corrupto e indecente como los socialistas. Al parecer, desconocen la limpieza y temen asumir propuestas que esperan los ciudadanos, como la de financiarse únicamente con las cuotas de sus afiliados, abandonando la actual financiación pública de los partidos, mafiosa, injusta y abusiva.
Al igual que el PSOE, desean un gobierno sin ciudadanos que les estorben, sin una Justicia independiente que castigue sus excesos, sin una prensa libre e independiente que ejerza su misión de vigilar y fiscalizar al poder. Lo que el PP quiere, al igual que el PSOE, es una partitocracia en la que ellos manden y los demás obedezcan, un sistema que se parece más a la dictadura de un partido que a una verdadera democracia ciudadana.
Aunque recientemente Rajoy parecía emprender la senda de la regeneración cuando se pronunció en contra de los privilegios de los políticos, días después volvió a las andadas cuando pactó con el PSOE y CIU la impopular Ley Sinde, que atenta contra las libertades en Internet y que soluciona el problema de los derechos de autor de manera autoritaria e intervencionista, sin emprender las reformas que el mercado cultural requiere.
Ese es el punto débil del PP y el gran drama de España, cuyos dos grandes partidos han dejado de ser demócratas y se han impregnado de un sucio y delictivo espíritu autoritario y vertical, que recuerda dramáticamente a la dictadura franquista. Diseñados como reductos autoritarios y cerrados, al margen de la ciudadanía, sin ejercer el libre debate y con todos sus miembros sometiéndose al líder, los dos grandes partidos políticos españoles son verdaderas fábricas de mediocres y de cretinos que, cuando asumen el poder, son incapaces de ser dirigentes eficientes y democráticos.
Lo que España necesita es una reconstrucción moral y política, una regeneración de los valores que otorgue a los ciudadanos el papel de soberanos que les corresponde en democracia, con una Justicia independiente, con una prensa libre, con una ley que sea igual para todos, sin privilegios indecentes para los políticos, con respeto al derecho ciudadano a elegir libremente, con partidos que se financien con sus propias cuotas, con leyes que repriman duramente la corrupción y el abuso de poder, una democracia de ciudadanos, en definitiva, que suplante de una vez al indeseable régimen que han creado al unísono, el PSOE, el PP y la Monarquía, con la ayuda inestimable de unos partidos nacionalistas cuyo denominador común es el odio a España.
Todo eso tiene que acabar, Mariano, si no quieres ser un nuevo Zapatero, menos ineficaz e indecente, quizás, pero igualmente antidemocrático y anticiudadano, al que, después de cuatro u ocho años, como le ocurrirá a Zapatero, le llegará la derrota en las urnas, gracias a la cual un inepto sustituirá a otro inepto y un tirano hipócrita, travestido de demócrata, sustituirá a otro dictador elitista, disfrazado también de hombre del pueblo.
La necesidad de cambiar de gobierno es evidente, una vez comprobadas la torpeza, la incapacidad, la corrupción y el insoportable cúmulo de errores del socialismo, bajo el mandato de Zapatero. Pocos dudan que la derecha en el poder lo hará mejor y que, incluso, será más justa y decente.
Sin embargo, lo que ha ocultado cuidadosamente Rajoy es que España, más que un cambio de gobierno, lo que necesita es un cambio de sistema, instaurar una verdadera democracia que sustituya la sucia, ineficaz y corrupta partitocracia actual.
La mayor carencia del PP como partido alternativo al PSOE es que tiene pánico a plantearse seriamente la regeneración, a pesar de que es consciente de que España la necesita. El PP, por desgracia, es tan adicto a la partitocracia como el PSOE y se siente tan a guste en este sistema corrupto e indecente como los socialistas. Al parecer, desconocen la limpieza y temen asumir propuestas que esperan los ciudadanos, como la de financiarse únicamente con las cuotas de sus afiliados, abandonando la actual financiación pública de los partidos, mafiosa, injusta y abusiva.
Al igual que el PSOE, desean un gobierno sin ciudadanos que les estorben, sin una Justicia independiente que castigue sus excesos, sin una prensa libre e independiente que ejerza su misión de vigilar y fiscalizar al poder. Lo que el PP quiere, al igual que el PSOE, es una partitocracia en la que ellos manden y los demás obedezcan, un sistema que se parece más a la dictadura de un partido que a una verdadera democracia ciudadana.
Aunque recientemente Rajoy parecía emprender la senda de la regeneración cuando se pronunció en contra de los privilegios de los políticos, días después volvió a las andadas cuando pactó con el PSOE y CIU la impopular Ley Sinde, que atenta contra las libertades en Internet y que soluciona el problema de los derechos de autor de manera autoritaria e intervencionista, sin emprender las reformas que el mercado cultural requiere.
Ese es el punto débil del PP y el gran drama de España, cuyos dos grandes partidos han dejado de ser demócratas y se han impregnado de un sucio y delictivo espíritu autoritario y vertical, que recuerda dramáticamente a la dictadura franquista. Diseñados como reductos autoritarios y cerrados, al margen de la ciudadanía, sin ejercer el libre debate y con todos sus miembros sometiéndose al líder, los dos grandes partidos políticos españoles son verdaderas fábricas de mediocres y de cretinos que, cuando asumen el poder, son incapaces de ser dirigentes eficientes y democráticos.
Lo que España necesita es una reconstrucción moral y política, una regeneración de los valores que otorgue a los ciudadanos el papel de soberanos que les corresponde en democracia, con una Justicia independiente, con una prensa libre, con una ley que sea igual para todos, sin privilegios indecentes para los políticos, con respeto al derecho ciudadano a elegir libremente, con partidos que se financien con sus propias cuotas, con leyes que repriman duramente la corrupción y el abuso de poder, una democracia de ciudadanos, en definitiva, que suplante de una vez al indeseable régimen que han creado al unísono, el PSOE, el PP y la Monarquía, con la ayuda inestimable de unos partidos nacionalistas cuyo denominador común es el odio a España.
Todo eso tiene que acabar, Mariano, si no quieres ser un nuevo Zapatero, menos ineficaz e indecente, quizás, pero igualmente antidemocrático y anticiudadano, al que, después de cuatro u ocho años, como le ocurrirá a Zapatero, le llegará la derrota en las urnas, gracias a la cual un inepto sustituirá a otro inepto y un tirano hipócrita, travestido de demócrata, sustituirá a otro dictador elitista, disfrazado también de hombre del pueblo.
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