Después de haber redactado la actual Constitución y alimentado el centralismo autoritario y antidemocrático en la vida interna del PSOE, convirtiendo a ese partido en una falange compacta de sumisos y aduladores, ajena a los sentimientos y deseos de la sociedad, Alfonso Guerra, el que fuera número dos de Felipe González, propone ahora medidas que sintonizan con los deseos de los españoles: suspender las autonomías y un gobierno de emergencia nacional que termine la actual legislatura, ante la impotencia de Zapatero.
No lo hace directamente, quizás para no ser laminado por su partido, pero no le falta cierta valentía al proponer esos cambios profundos desde la revista 'Temas', cuyo Consejo de Redacción preside.
Las tesis de Guerra, el que, después de ganar las elecciones de 1982 dijo que "a España no la va a conocer ni la madre que la parió", coinciden, curiosamente, con las de José María Aznar, que también aboga por la supresión de unas autonomías inútiles e incosteables, que están disgregando a los españoles, troceando España y destruyendo todo lo que constituye la esencia de una nación.
Si hay en España alguien culpable de nuestros principales males ese es Alfonso Guerra. Él fue un redactor decisivo de la actual Constitución, la que ampara el Estado de las Autonomías, y fue también el que impuso la disciplina férrea en la vida interna del PSOE, suprimiendo todo atisbo de debate, conciencia individual y libre opinión en un partido que hoy es una inmensa fábrica de mediocres y de no pocos corruptos, incapaz de anteponer el bien común a sus propios intereses.
Pero un arrepentimiento y una rectificación, aunque sean tardíos, siempre son bienvenidos en un sociedad como la española, que está luchando por desmontar la sucia política que Alfonso Guerra contribuyó a imponernos cuando era el segundo hombre más poderoso del país.
No lo hace directamente, quizás para no ser laminado por su partido, pero no le falta cierta valentía al proponer esos cambios profundos desde la revista 'Temas', cuyo Consejo de Redacción preside.
Las tesis de Guerra, el que, después de ganar las elecciones de 1982 dijo que "a España no la va a conocer ni la madre que la parió", coinciden, curiosamente, con las de José María Aznar, que también aboga por la supresión de unas autonomías inútiles e incosteables, que están disgregando a los españoles, troceando España y destruyendo todo lo que constituye la esencia de una nación.
Si hay en España alguien culpable de nuestros principales males ese es Alfonso Guerra. Él fue un redactor decisivo de la actual Constitución, la que ampara el Estado de las Autonomías, y fue también el que impuso la disciplina férrea en la vida interna del PSOE, suprimiendo todo atisbo de debate, conciencia individual y libre opinión en un partido que hoy es una inmensa fábrica de mediocres y de no pocos corruptos, incapaz de anteponer el bien común a sus propios intereses.
Pero un arrepentimiento y una rectificación, aunque sean tardíos, siempre son bienvenidos en un sociedad como la española, que está luchando por desmontar la sucia política que Alfonso Guerra contribuyó a imponernos cuando era el segundo hombre más poderoso del país.
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