Según los cálculos mas ortodoxos, la economía sumergida ha aumentado su tamaño en 60.000 millones de euros desde el inicio de la crisis hasta situarse en el 24,6% del PIB, siete puntos por encima del nivel existente en el 2008, según un informe presentado por los Técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha) "La economía sumergida pasa factura. El avance del fraude en España durante la crisis". Sin embargo, otros cálculos, probablemente mas exactos, creen que la economía sumergida alcanza en la España actual nada menos que el 30 por ciento del PIB.
Ese 30 por ciento se alcanza si se agrega a la verdadera economía oculta la que practican muchas empresas que, agobiadas por los impuestos injustos y abusivos del gobierno, combinan actividades legales con ilegales, comprando y vendiendo parte de sus mercancías y servicios en dinero negro que escapa al fisco.
La economía sumergida, en la España que gobierna Rajoy, no es solo una forma de escapar a los agobiantes impuestos y a la absurda burocracia, sino también una forma de resistencia frente a la corrupción y el abuso de poder. Cuando un empresario se sumerge, le planta cara a un gobierno que considera injusto y del que no se fía. De alguna manera, la economía sumergida es ya la forma mas extendida de hacer frente a un gobierno que cada día acumula mas rechazo y provoca mas indignación por el incumplimiento de sus promesas y por su comportamiento escasamente democrático, intervencionista y sorprendentemente parecido al gobierno del socialista Zapatero.
El gobierno de Rajoy está sorprendido y empieza a tener miedo de la oposición ciudadana, que ademas de reflejarse en la economía sumergida lo hace en manifestaciones callejeras. Ante las mas de 44.000 manifestaciones que tuvieron lugar en el año 2013, el ministro del Interior se ha mostrado extrañado y dice que son "poco razonables" porque la economía va mejor. El ministro parece ignorar que además de mejoras en la economía los ciudadanos quieren Justicia y decencia, dos valores ausentes en el gobierno de Mariano Rajoy.
Carpinteros, fontaneros, mecánicos, electricistas, cristaleros, albañiles, dentistas, empleadas de hogar y hasta profesionales liberales como abogados, consultores, periodistas, economistas, trabajadores sociales y asesores de todo tipo integran el creciente ejército de los que trabajan sin presentar facturas y cobrando en negro y se defienden de los políticos ocultando sus ingresos, librándose así del expolio de los impuestos y de la burocracia que el poder impone a los que trabajan y emprenden. Conocen los riesgos de trabajar en la superficie: impuestos abusivos, inspectores de Hacienda insaciables, tasas de todo tipo, burocracia insoportable, empresas e instituciones públicas que no pagan y una demanda constreñida porque el poco dinero que existe lo exigen y reclaman políticos codiciosos que siguen endeudando a España de manera enloquecida, se niegan a ceder privilegios, a practicar la austeridad y que siempre quieren mas dinero.
Los ciudadanos no perdonan a Rajoy el incumplimiento de promesas que fueron claves en su programa electoral y que fueron la causa de que millones de españoles les votaran para sustituir a Zapatero, otorgando al PP una mayoría absoluta enorme. Indignan, sobre todo, el incumplimiento de promesas como las de adelgazar el Estado, la de regenerar la democracia, la de bajar los impuestos y la de dejar de manipular y controlar la Justicia. El gobierno de Rajoy está haciendo justo lo contrario de lo que prometió en campaña electoral, algo que muchos politólogos consideran una estafa electoral que deslegitima su gobierno.
Ese 30 por ciento se alcanza si se agrega a la verdadera economía oculta la que practican muchas empresas que, agobiadas por los impuestos injustos y abusivos del gobierno, combinan actividades legales con ilegales, comprando y vendiendo parte de sus mercancías y servicios en dinero negro que escapa al fisco.
La economía sumergida, en la España que gobierna Rajoy, no es solo una forma de escapar a los agobiantes impuestos y a la absurda burocracia, sino también una forma de resistencia frente a la corrupción y el abuso de poder. Cuando un empresario se sumerge, le planta cara a un gobierno que considera injusto y del que no se fía. De alguna manera, la economía sumergida es ya la forma mas extendida de hacer frente a un gobierno que cada día acumula mas rechazo y provoca mas indignación por el incumplimiento de sus promesas y por su comportamiento escasamente democrático, intervencionista y sorprendentemente parecido al gobierno del socialista Zapatero.
El gobierno de Rajoy está sorprendido y empieza a tener miedo de la oposición ciudadana, que ademas de reflejarse en la economía sumergida lo hace en manifestaciones callejeras. Ante las mas de 44.000 manifestaciones que tuvieron lugar en el año 2013, el ministro del Interior se ha mostrado extrañado y dice que son "poco razonables" porque la economía va mejor. El ministro parece ignorar que además de mejoras en la economía los ciudadanos quieren Justicia y decencia, dos valores ausentes en el gobierno de Mariano Rajoy.
Carpinteros, fontaneros, mecánicos, electricistas, cristaleros, albañiles, dentistas, empleadas de hogar y hasta profesionales liberales como abogados, consultores, periodistas, economistas, trabajadores sociales y asesores de todo tipo integran el creciente ejército de los que trabajan sin presentar facturas y cobrando en negro y se defienden de los políticos ocultando sus ingresos, librándose así del expolio de los impuestos y de la burocracia que el poder impone a los que trabajan y emprenden. Conocen los riesgos de trabajar en la superficie: impuestos abusivos, inspectores de Hacienda insaciables, tasas de todo tipo, burocracia insoportable, empresas e instituciones públicas que no pagan y una demanda constreñida porque el poco dinero que existe lo exigen y reclaman políticos codiciosos que siguen endeudando a España de manera enloquecida, se niegan a ceder privilegios, a practicar la austeridad y que siempre quieren mas dinero.
Los ciudadanos no perdonan a Rajoy el incumplimiento de promesas que fueron claves en su programa electoral y que fueron la causa de que millones de españoles les votaran para sustituir a Zapatero, otorgando al PP una mayoría absoluta enorme. Indignan, sobre todo, el incumplimiento de promesas como las de adelgazar el Estado, la de regenerar la democracia, la de bajar los impuestos y la de dejar de manipular y controlar la Justicia. El gobierno de Rajoy está haciendo justo lo contrario de lo que prometió en campaña electoral, algo que muchos politólogos consideran una estafa electoral que deslegitima su gobierno.
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