Francisco Álvarez Casos va a pasar a la historia como uno de los presidentes autonómicos con un primer mandato más breve, pero también será recordado, probablemente, por atreverse a plantar cara al bipartidismo PP-PSOE, un duo casi invencible que, en contra de la voluntad de la mayoría de los ciudadanos, se empeña en mantener como está la ley electoral y el conjunto de comportamientos abusivos, leyes y normas que hacen de la democracia española una de las de peor calidad en todo el Occidente.
Cuando apenas han pasado ocho meses desde que su formación, Foro Asturias, venciera con mayoría simple en las elecciones de 22 de mayo de 2011, ha anunciado este 30 de enero de 2012 que adelanta los comicios al 25 de marzo del mismo año, coincidiendo con las autonómicas andaluzas. La decisión se produce después de que una alianza aparentemente contra natura entre el PP y el PSOE rechazara, la semana anterior, el proyecto de presupuestos para 2012, obligando a Cascos a someterse al presupuesto de 2011 prorrogado, un presupuesto que fue elaborado por la coalición PSOE-IU, entonces gobernante..
Foro ganó los comicios autonómicos del pasado 22 de mayo en minoría, con sólo 16 diputados de los 45 que integran la Cámara, y gobierna desde enero con un presupuesto prorrogado -elaborado por el Gobierno de PSOE-IU- y sin apoyo del PP, cuya dirección no aceptó que el ex ministro encabezase la candidatura autonómica.
Ante Álvarez Cascos se alza un futuro incierto. Si consigue convencer a los asturianos de que su lucha es contra la partitocracia bipartidista sostenida por el PP y el PSOE, partidos aparentemente adversarios pero que siempre se alían ante un tercero o cuando se trata de ampliar los ya insoportables privilegios y sueldos que disfrutan, entonces ganará las próximas elecciones asturianas, apoyado por su pueblo, y pasará a la Historia como un precursor de la lucha de los españoles contra el bipartidismo degradante que ha suplantado y degradado la democracia. Pero si sus poderosos adversarios logran imponer en la opinión pública la tesis de que Cascos es un soberbio que no es capaz de pactar y que convoca unas costosas elecciones a pesar de la crisis, entonces será derrotado.
La lucha asturiana es importante, no tanto por lo que representa en España por su población y tamaño, que son escasos, sino porque constituye un desafío a ese bipartidismo que ha secuestrado la democracia española y que ha decidido mantener a toda costa un sistema que ya ha demostrado con creces sus enormes y dañinos déficits, conduciendo al país, últimamente de la mano de los socialistas, hacia la corrupción, la degradación de la democracia, el empobrecimiento de España, el despilfarro, la perdida de prestigio internacional el sufrimiento de los débiles, la destrucción del tejido empresarial y un largo y estremecedor etcétera.
La batalla de Cascos contra el PSOE y el PP tiene gran significado para la democracia española y un alto sentido estratégico. Gracias a ese desafío de Cascos, los españoles vamos a descubrir la verdad inquietante de que el PSOE y el PP son dos partidos parecidos, que siempre se alían frente a terceros, que votan juntos para mantener los privilegios y ventajas de la clase política y que se unen en alianza cuando está en peligro el poder establecido, ya sea protegiendo a la banca, ocultando la esencia de la corrupción, repartiéndose cargos o impidiendo que termien los terribles desahucios que están dejando sin hogar a miles de familias españolas.
Cuando apenas han pasado ocho meses desde que su formación, Foro Asturias, venciera con mayoría simple en las elecciones de 22 de mayo de 2011, ha anunciado este 30 de enero de 2012 que adelanta los comicios al 25 de marzo del mismo año, coincidiendo con las autonómicas andaluzas. La decisión se produce después de que una alianza aparentemente contra natura entre el PP y el PSOE rechazara, la semana anterior, el proyecto de presupuestos para 2012, obligando a Cascos a someterse al presupuesto de 2011 prorrogado, un presupuesto que fue elaborado por la coalición PSOE-IU, entonces gobernante..
Foro ganó los comicios autonómicos del pasado 22 de mayo en minoría, con sólo 16 diputados de los 45 que integran la Cámara, y gobierna desde enero con un presupuesto prorrogado -elaborado por el Gobierno de PSOE-IU- y sin apoyo del PP, cuya dirección no aceptó que el ex ministro encabezase la candidatura autonómica.
Ante Álvarez Cascos se alza un futuro incierto. Si consigue convencer a los asturianos de que su lucha es contra la partitocracia bipartidista sostenida por el PP y el PSOE, partidos aparentemente adversarios pero que siempre se alían ante un tercero o cuando se trata de ampliar los ya insoportables privilegios y sueldos que disfrutan, entonces ganará las próximas elecciones asturianas, apoyado por su pueblo, y pasará a la Historia como un precursor de la lucha de los españoles contra el bipartidismo degradante que ha suplantado y degradado la democracia. Pero si sus poderosos adversarios logran imponer en la opinión pública la tesis de que Cascos es un soberbio que no es capaz de pactar y que convoca unas costosas elecciones a pesar de la crisis, entonces será derrotado.
La lucha asturiana es importante, no tanto por lo que representa en España por su población y tamaño, que son escasos, sino porque constituye un desafío a ese bipartidismo que ha secuestrado la democracia española y que ha decidido mantener a toda costa un sistema que ya ha demostrado con creces sus enormes y dañinos déficits, conduciendo al país, últimamente de la mano de los socialistas, hacia la corrupción, la degradación de la democracia, el empobrecimiento de España, el despilfarro, la perdida de prestigio internacional el sufrimiento de los débiles, la destrucción del tejido empresarial y un largo y estremecedor etcétera.
La batalla de Cascos contra el PSOE y el PP tiene gran significado para la democracia española y un alto sentido estratégico. Gracias a ese desafío de Cascos, los españoles vamos a descubrir la verdad inquietante de que el PSOE y el PP son dos partidos parecidos, que siempre se alían frente a terceros, que votan juntos para mantener los privilegios y ventajas de la clase política y que se unen en alianza cuando está en peligro el poder establecido, ya sea protegiendo a la banca, ocultando la esencia de la corrupción, repartiéndose cargos o impidiendo que termien los terribles desahucios que están dejando sin hogar a miles de familias españolas.
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