Lo que está viviendo la España de 2015 no es una crisis causada por la economía, sino una gravísima crisis del Estado, causada por la corrupción y la falta de democracia, donde se ha perdido la autoridad porque las distintas instituciones y órganos que forman el Estado se combaten entre sí y los grandes partidos, deteriorados, alejados de la democracia y ajenos a la ciudadanía, se sienten faltos de ideas y paralizados porque su grado de podredumbre es extremo, tras haber cruzado todas las lineas rojas en su afán por mantener la orgía del poder.
La detención de Rodrigo Rato, que mas que un ex vicepresidente de gobierno parecía un mafioso capturado, los EREs tramposos andaluces y los otros muchos escándalos de abuso de poder y corrupción que jalonan la piel de toro española, desde Andalucía a Cataluña, de norte a sur y de este a oeste, implicando a los viejos partidos políticos y a no pocas instituciones del Estado, han demostrado que el Estado ha perdido el orden y la jerarquía. Pero lo que demuestra con mas fuerza la decadencia de una nación que fue grande en la Historia es la falta de reacción ante el desafío independentista catalán, un comportamiento incomprensible que desespera a los ciudadanos y que demuestra el miedo que tienen todos a que se descubran las inmensas suciedades, abusos y fechorías que los políticos han protagonizado en Cataluña durante los últimos treinta años.
Cataluña es hoy una sociedad maltrecha y enferma porque los políticos la han utilizado como si fuera un pañal infantil, donde se han limpiado porquerías de corrupción, complicidades delictivas y abusos de poder que se han ocultado al pueblo, pero que han ido pudriendo la sociedad catalana hasta convertirla en la mas dañada del país y en una de las mas enfermas de Europa.
Cataluña es un manicomio atravesado por el odio semprado desde ese nacionalismo que siempre ha protagonizado las guerras y las matanzas, dividida en dos bandos y sometida cobardemente a unos políticos que adoctrinan al pueblo con mentiras desde medios de comunicación comprados, que operan como focos de propaganda, incumplen las leyes, malgastan el dinero, roban y practican el peor fascismo totalitario de Europa, mientras los grandes partidos no reaccionan ante el peligro porque ellos han participado en la terrible orgía catalana, que empezó cuando el astuto corrupto Jordi Pujol acostumbró a los políticos españoles a cambiar apoyos por impunidad y cuando Adolfo Suárez y sobre todo Felipe González y Aznar, admitieron a los catalanes que sembraran en la sociedad el odio nacionalista e independentista que hoy florece y amenaza con romper España.
Hasta ahora España ha podido gobernarse con la corrupción y en la corrupción, con la corrupción como factor de gobierno, pero desde la detención de Rato y la rebelión catalana, la corrupción ya no basta para gobernar porque se ha convertida en factor de desgobierno y en ácido que desintegra la nación.
Si no se produce una rápida reacción de dignidad y ética, intensa y conmovedora, lo único que se perfila en el horizonte de esta España maltratada por sus políticos es la anarquía y el caos en el orden estatal.
La detención de Rodrigo Rato, que mas que un ex vicepresidente de gobierno parecía un mafioso capturado, los EREs tramposos andaluces y los otros muchos escándalos de abuso de poder y corrupción que jalonan la piel de toro española, desde Andalucía a Cataluña, de norte a sur y de este a oeste, implicando a los viejos partidos políticos y a no pocas instituciones del Estado, han demostrado que el Estado ha perdido el orden y la jerarquía. Pero lo que demuestra con mas fuerza la decadencia de una nación que fue grande en la Historia es la falta de reacción ante el desafío independentista catalán, un comportamiento incomprensible que desespera a los ciudadanos y que demuestra el miedo que tienen todos a que se descubran las inmensas suciedades, abusos y fechorías que los políticos han protagonizado en Cataluña durante los últimos treinta años.
Cataluña es hoy una sociedad maltrecha y enferma porque los políticos la han utilizado como si fuera un pañal infantil, donde se han limpiado porquerías de corrupción, complicidades delictivas y abusos de poder que se han ocultado al pueblo, pero que han ido pudriendo la sociedad catalana hasta convertirla en la mas dañada del país y en una de las mas enfermas de Europa.
Cataluña es un manicomio atravesado por el odio semprado desde ese nacionalismo que siempre ha protagonizado las guerras y las matanzas, dividida en dos bandos y sometida cobardemente a unos políticos que adoctrinan al pueblo con mentiras desde medios de comunicación comprados, que operan como focos de propaganda, incumplen las leyes, malgastan el dinero, roban y practican el peor fascismo totalitario de Europa, mientras los grandes partidos no reaccionan ante el peligro porque ellos han participado en la terrible orgía catalana, que empezó cuando el astuto corrupto Jordi Pujol acostumbró a los políticos españoles a cambiar apoyos por impunidad y cuando Adolfo Suárez y sobre todo Felipe González y Aznar, admitieron a los catalanes que sembraran en la sociedad el odio nacionalista e independentista que hoy florece y amenaza con romper España.
Hasta ahora España ha podido gobernarse con la corrupción y en la corrupción, con la corrupción como factor de gobierno, pero desde la detención de Rato y la rebelión catalana, la corrupción ya no basta para gobernar porque se ha convertida en factor de desgobierno y en ácido que desintegra la nación.
Si no se produce una rápida reacción de dignidad y ética, intensa y conmovedora, lo único que se perfila en el horizonte de esta España maltratada por sus políticos es la anarquía y el caos en el orden estatal.
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